domingo, 27 de mayo de 2012

Adverdidad y desarrollo II. Fracaso escolar


...otra de las adversidades ¿otra de las consecuencias?...

Juanito Laguna aprende a leer. A. Berni, 1961
De acuerdo con Anny Cordié1, el fracaso escolar es una patología reciente. Recién pudo aparecer con la instauración de la escolaridad obligatoria a fines del siglo XIX y adquirió una importancia considerable entre las preocupaciones de nuestros contemporáneos. Tampoco en este caso es solamente la exigencia de la sociedad moderna la que engendra los problemas, sino que el sujeto expresa su malestar haciendo síntoma en el fracaso escolar.
La presión social sirve de agente de cristalización a un problema que se inscribe de una manera particular en la historia de cada uno.

Se ha planteado que niños de todos los medios, de todas las clases sociales deberían realizar estudios secundarios. Pero, evidentemente, esta obligación no instaura por sí misma la igualdad de posibilidades. El éxito en los estudios no corresponde solamente a la calidad de la enseñanza dispensada, son muchos los factores que juegan para determinar el alcance del nivel de instrucción necesario. Podemos desde ya subrayar hasta qué punto la rapidez de la transformación social ha perturbado los viejos esquemas de transmisión cultural. Con demasiada frecuencia hay discordancia entre lo validado como estereotipo de familia y las formas diversas de organización familiar.

Los excluidos del conocimiento se convirtieron en la hez de la sociedad: sin diploma no hay trabajo, ni dinero. Además, la pobreza en nuestra sociedad llamada de consumo engendra una frustración que seguramente no conoció ni el campesinado pobre del pasado, ni los sectores empobrecidos de otrora. En el contexto actual el fracaso escolar se convirtió en sinónimo de fracaso en la vida.

Según Laura Barceló e Yliana Cevallos (psicólogas uruguayas)2, si analizamos la educación uruguaya encontramos diferentes problemas de difícil abordaje y explicación, uno de ellos es el fracaso escolar principalmente en primer y segundo año escolar.

Diversas investigaciones realizadas por ANEP relacionan el fracaso escolar y la deserción escolar con la condición socio-cultural y económica crítica de la población con la que muchas escuelas trabajan. Lo cual reviste cada vez mayor importancia en la cotidianidad escolar y en la opinión pública. Por esto se han implementado diferentes programas para intentar aumentar la cobertura del sistema y mejorar la calidad de la enseñanza, como extender y universalizar la educación inicial para los niños de 3, 4 y 5 años, y aumentar el número de escuelas de tiempo completo, entre otros. Con esto se busca paliar o disminuir las desventajas educativas que presentan los niños de las familias más desfavorecidas con menores recursos socio-económicos.

...¿fracaso escolar? ¿fracaso educativo? ¿fracaso escolarizado?... 
Jaume Funes, en el artículo “Estrategias para conseguir el éxito en la escuela”, relativiza el concepto de fracaso escolar, afirmando que éxito y fracaso no son realidades únicas y contrapuestas, sino que son producto de un proceso interactivo en el que intervienen factores individuales, colectivos e institucionales. El fracaso, como balance final de una etapa, proviene de la acumulación de situaciones problemáticas no resueltas en forma satisfactoria por los sujetos implicados. Es fruto de habilidades de base que no se desarrollan y se convierten en déficit, que al no recibir la respuesta adecuada, crean una conciencia permanente de incapacidad”. Concluye destacando la importancia de un seguimiento educativo que permita identificar el surgimiento de situaciones problemáticas y procesos conflictivos.

En nuestro sistema educativo se considera fracaso el no cumplimiento de las metas curriculares en los plazos establecidos. Esta perspectiva parte del supuesto de un objetivo nivelador, que no tiene en cuenta los ritmos personales, y que evalúa los aprendizajes en términos de resultados más que de procesos. Parece darse por supuesto que el fracaso se atribuye al niño, lo que no habilita el posicionamiento crítico en relación a otros factores dependientes del sistema escolar. 
Se considera que está en situación de fracaso escolar el niño que no sigue, porque en la escuela es necesario seguir: ante todo seguir el programa, que indica lo que hay que aprender, en qué orden, en que momento; seguir a su clase.
Veremos que el fracaso escolar afecta al sujeto en su totalidad. Al mismo tiempo que padece por la subestimación que siente al no estar a la altura de sus aspiraciones, sufre también por la desvalorización, cuando no por el desprecio que lee en la mirada de los demás. En consecuencia, el fracaso toca al ser íntimo y al ser social de la persona.

El fracaso escolar tiene causas múltiples y diversas, unas vinculadas a la estructura propia del sujeto, otras circunstanciales; y el hecho de que se entrelacen y actúen las unas sobre las otras no facilita, en primer momento, la comprensión del fenómeno. 

Alicia Fernández, en “La inteligencia atrapada” (1987) decía que “el fracaso escolar responde a dos ordenes de causas que se hallan imbricados en la historia de un sujeto, propios de la estructura familiar e individual del que fracasa en aprender, y propios al sistema escolar, siendo éstos últimos los determinantes. Y que es preciso no confundir los fracasos escolares (la “desnutrición de conocimientos”) con los problemas de aprendizaje (la “anorexia-bulimia del conocimiento”) para poder intervenir antes de que se produzcan, pues muchas veces de uno se puede derivar a otro.”3
  
fracaso escolar y situación de pobreza 
El fracaso escolar se hace más evidente en las escuelas a las que asisten niños de sectores pobres y empobrecidos de la población. La situación de pobreza y la carencia socio-económica hace que los principios de equidad de nuestra escuela pública en realidad agudicen las diferencias, ya que se le hace sumamente difícil a estos niños rendir en un sistema que está pensado desde parámetros de exigencia más acordes a otros estratos socioculturales. 
...Las condiciones de vida desarrolladas en la carencia permanente, en situación de desprotección material, social y psicológica, generan un tipo de subjetividad, que al regirse desde la ‘lógica del instante’ (Ana María Fernández), no pueden estructurar una ‘lógica de la anticipación, no pueden ni saber, planificar, elegir, sostener acciones a mediano y largo plazo’. De esta manera al no existir la mediatización del pensamiento entre el impulso y la acción, la capacidad de simbolización resulta alterada. La imposición de resolver lo presente implica un modo de accionar y relacionarse con la realidad en el aquí y ahora a través de la actuación...”4 
El niño que no alcanza a cumplir las exigencias del programa de primer año enfrenta una experiencia significada como fracaso. Es frecuente que esta primera experiencia inicie un ciclo de repetición de grados, promociones por extraedad y en algún momento deserción.

Los datos estadísticos sobre promoción en primer año son alarmantes en sí mismos, pero más aún si consideramos el impacto subjetivo de esta situación en cada niño y sus consecuencias hacia el futuro: el sentimiento de fracaso; la inseguridad; la convicción de su incapacidad para el aprendizaje escolar; la deserción o el egreso sin haberse apoyado de las herramientas básicas del conocimiento, circunstancias que agravan y consolidan situaciones de exclusión social.”5 

adversidades en la escuela

 En las sociedades capitalistas, la escuela ha sido una institución especializada: con una organización interna formal, con conocimientos a impartir específicos, diferenciada de otro tipo de procesos de socialización, con agentes especializados, con programas, contenidos educativos y técnicas pedagógicas, etc. Esta especialización ha sido el resultado de la división social del trabajo, del conocimiento, de la complejización de la sociedad y de los requerimientos impuestos por el desarrollo industrial.”6

Un estudio realizado en Argentina sobre la gestión escolar en condiciones adversas, plantea que una de las condiciones adversas que se pueden desarrollar parte de una distancia social y de diferencias culturales entre docentes y padres, y por ende entre docentes y alumnos, en las escuelas que atienden poblaciones urbano-marginales.
En este trabajo se hace hincapié en la formación de los docentes que trabajan en estos sectores, que no exige sólo un esfuerzo adicional de capacitación específica, sino algo más difícil, la descentración cultural de quienes lo intentan, a fin de lograr decodificar cosmovisiones, lógicas organizadoras del pensamiento y pautas de comportamiento.
Pero este esfuerzo por comprender al otro no se reduce a una respuesta a desafíos intelectuales, sino que se sustenta además en motivaciones que comprometen planos más profundos de las personas: valorativos, ideológicos y afectivos.

No todos viven, significan e interpretan estas situaciones de igual modo. Para algunos se trata de la ‘adversidad naturalizada’; para otros, ‘padecida’ y, para un pequeño grupo, ‘cuestionada o desafiada’ (Gestión escolar en condiciones adversas, 2001)

el dispositivo escolar: 
La escuela, según Perrenoud, es considerada como un dispositivo para el tratamiento de la niñez (categoría también históricamente determinada), remarcando dos vertientes del mismo:
-Carácter represivo, configurado como espacio de gobierno de aquellos que se circunscriben en su interior. Aludiendo a lo que se ha planteado desde Foucault como instituciones de encierro (manicomios, cárceles, fábricas, etc) surgidas en la modernidad.
-Carácter productivo, la sujeción a cierto régimen de prácticas que el dispositivo promueve, y que produce efectos en la subjetividad.

Baquero y Terigi plantean que considerar a la escuela como dispositivo implica pensar en un régimen de prácticas, en un modo particular de organización de las actividades, en un cierto tipo de trabajo,9 que se constituye en lógica del dispositivo. Señalan que este modo peculiar de organización de tiempo, espacio, manejo de recursos, asignación de roles, configuran un contexto que inscribe las bases de lo que es posible aprender bajo esas condiciones.
En este punto se subraya el carácter de artificialidad que promueve la lógica del dispositivo. Su efecto imprime un quiebre en la cotidianidad de los sujetos.

La escuela construye una realidad colectiva, sin embargo el fin que se persigue es homogenizador. Se proponen logros homogéneos para una población heterogénea. La norma indica qué se debe aprender en un tiempo homogéneo que desconoce las diferencias individuales y socioculturales. Éste es un elemento clave para abordar la problemática del fracaso escolar.
Otra característica que señalan estos autores es que la escuela permite el acceso a contextos témporo-espaciales diferentes de los cotidianos, no solo a partir de los contenidos que transmite, sino que lo hace fundamentalmente a partir de la promoción del uso descontextualizado de ciertos instrumentos semióticos, como es la escritura, o de lenguajes formales, como es el matemático.10 

dispositivo escolar y desarrollo 
Victoria Zion (psicóloga) define que el desarrollo del niño está siempre mediatizado social y culturalmente, por lo tanto “...es necesario explicitar y controlar conscientemente dicha influencia, de modo que en el proceso educativo se pueden detectar los efectos que en el proceso de desarrollo subjetivo ejerce el dispositivo escolar.”11 

La escuela se organiza (desde su surgimiento, a partir de una visión sociológica) como un dispositivo que produce efectos sobre el desarrollo subjetivo a través de una variedad de mecanismos, modos de trabajo, prácticas discursivas y modalidades culturales, que colocan en desventaja a los niños que provienen de sectores empobrecidos.
 Tales mecanismos operan de manera no visible, naturalizada, en forma anónima y generalmente no consciente. La escuela, en su función de socialización, trasmite valores de individualismo, competitividad, igualdad formal de oportunidades y desigualdad natural de resultados, en función de capacidades y esfuerzos individuales...”12, generando, a partir de estos valores, quizá como manifestación de la disconformidad del niño, el fracaso.

Para abordar interdisciplinariamente el fracaso escolar no podemos limitarnos a actuar cuando el niño ya experimentó el sentimiento de fracaso generado por este tipo de situaciones, sino que debemos adoptar un enfoque preventivo del fracaso escolar, y de promoción de los factores habilitantes para un proceso lo más feliz y creativo posible de apropiación del conocimiento.
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NOTAS

1 Cordié, Anny. “Los retardados no existen”, Psicoanálisis de niños con fracaso escolar, 1998

2 Barceló, L; Cevallos, Y. “Prevención y promoción en salud en la educación inicial”, en VI Jornadas de Psicología Universitaria. “La Psicología en la realidad actual”. Montevideo. 3, 4 y 5 de abril, 2003. pag 24.

3 Fernández, Alicia. “Los idiomas del aprendiente” análisis de modalidades de enseñanza en familias, escuelas y medios. Ed. Nueva Visión, Bs. As., 2000.

4 Vieytes, S. Trabajo curricular de la pasantía “Talleres de estimulación del aprendizaje a través del juego”, en Jornadas Universitarias de intercambio. Psicología en la educación: un campo epistémico en construcción. UdelaR, Facultad de Psicología, Área de Psicología Educacional, Ed. Trapiche, Junio de 2003.

5 Martínez, Esperanza. Situaciones críticas de pobreza y fracaso escolar, en Jornadas Universitarias de intercambio. Psicología en la educación: un campo epistémico en construcción. UdelaR, Facultad de Psicología, Área de Psicología Educacional, Ed. Trapiche, Junio de 2003.

6 Barboza, Diego; Arbesún, Rolando. Resistencias en la escuela, resistencias de la escuela: la desorientación profesional en las estrategias políticas de dominación social. VI Jornadas de Psicología Universitaria. “La Psicología en la realidad actual”. Montevideo. 3, 4 y 5 de abril, 2003.

7 AAVV. “Gestión escolar en condiciones adversas”, una mirada que reclama e interpela. Ed. Santillana S. A., Argentina, 2001. pag. 54, 55.

8 AAVV. “Gestión escolar en condiciones adversas”, una mirada que reclama e interpela. Ed. Santillana S. A., Argentina, 2001. pag. 57.

9 Perrenoud define algunas particularidades del trabajo escolar: no retribuido, impuesto, fragmentado, etc., y señala que el éxito en la escuela no está garantizado por el manejo de contenidos, sino por la posibilidad de ajustarse a las reglas de juego, “oficio de ser alumno”.

10 “¿Dónde y cómo se aprende? Temas de Psicología educacional”. Elichiry, Nora (compiladora), JVE Ediciones, Bs. As., 2001. pag. 33 a 36.

11 Zion, M, Victoria. “Desarrollo y prácticas educativas: del dispositivo escolar a los instrumentos mediacionales”, en “¿Dónde y cómo se aprende? Temas de Psicología educacional”. Elichiry, Nora, E. (compiladora), JVE Ediciones, Bs. As., 2001. pag. 47.

12 Zion, M, Victoria. “Desarrollo y prácticas educativas: del dispositivo escolar a los instrumentos mediacionales”, en “¿Dónde y cómo se aprende? Temas de Psicología educacional”. Elichiry, Nora, E. (compiladora), JVE Ediciones, Bs. As., 2001. pag. 47.
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magela s.c.