lunes, 21 de mayo de 2012

La capacidad creadora en el aprender modos de aprehender

La Auto­expresión – desarrollo de la capacidad
creadora


Según Lowenfeld, esbozo y ejemplificación de etapas mediante el dibujo, con dibujos:

1. El garabato ­ Los comienzos de la autoexpresión (2 a
4 años)

Garabato sin control



Garabato controlado



Garabato con nombre



2. Etapa pre­esquemática ­ Primeros intentos de
representación (4 a 7 años)



3. Etapa esquemática ­ La obtención de un concepto de
la forma (7 a 9 años)


4. Los comienzos del realismo ­ Adaptar el dibujo a la
realidad (Edad de la pandilla ­ 9 a 12 años)


5. Pseudo­naturalismo ­ Importancia del producto final
(12 y los 13 años)


6. La decisión ­ Perfeccionamiento en una o más
actividades (a partir de los 13 o 14 años)

. . .

Un gran paréntesis para detenernos un instante a pensar

(Mapeo sencillo de observar el desarrollo (de 0 a 12 años)

Desde la óptica genética del desarrollo evolutivo (Piaget):
  • I­ Período sensorio­motor: la cognición ligada a los sentidos y ala actividad motriz. Lo cual le irá permitiendo apropiarse de su entorno (apercibirse y conocer el mundo externo), así como ir formándose la idea de los objetos externos a él.  A medida que se va desarrollando su motricidad y logre tomar con sus manos lo que le llame la atención, iniciará la manipulación y reconocimiento dinámico del mundo circundante, utilizará su boca y manos para explorar. Tomará los objetos que están a su alcance visual y manual.

Uno de los logros más importantes en esta etapa es el desarrollo  de  la  permanencia  del  objeto,  lo  cual  le va a permitir tener conciencia de que los objetos del mundo  real  son  permanentes  y  continúan existiendo aunque estén fuera de su vista, lo cual le da sentido de orden y estabilidad al mundo. Esta  cualidad  se  inicia  alrededor  de  los  9  meses  y  es
cuando el niño diferencia las personas de su entorno familiar de los extraños a este medio. En esta etapa se da inicio a la formación de la imagen corporal y el reconocimiento de sí mismo.
Es  de  crucial  importancia  la  actitud  de  los  padres  y
educadores  hacia  las  necesidades  de  los  niños  de
manipulación  en  relación  a  su  propio  cuerpo  y  con  los
objetos externos a él. Si  esto  es  permitido  en  forma  espontánea,  enriquecerá  sus experiencias y elaborará la formación de la imagen mental del  objeto,  lo  cual  lo llevará  a  formarse  el  concepto  y posteriormente  a  clasificarlo. 
 1.  El  garabato  (de  2  a  4 años)

Ante la carencia en la mostración de objetos (Winnicott), en  la  manipulación  y  exploración  de  objetos,  el  niño podrá  volcar  su  curiosidad  sólo  hacia  sí  mismo, aislándose de las experiencias que le da el objeto externo a él (su mundo – el no yo), esto podrá traer restricciones del  conocimiento  del  mundo  y  por  ende,  inhibir  el desarrollo cognitivo posterior.


  • II­ Período pre­operatorio:  Se inicia alrededor de los 2 años  y se extiende hasta los 7 años. En este período los niños adquieren la capacidad de ejecutar operaciones mentales.
Aparece  el  lenguaje,  se  independizan  en  su  locomoción,
manifiestan  sus  ideas  y  deseos  haciendo  uso  del  lenguaje.
Poseen  la  capacidad  de  imaginarse  y  simbolizar  al  mundo.
Asimilan y se inician a comprender  las costumbres y modos de
conducta de las personas que los rodean, imitan a sus padres en
las rutinas a través del juego. Su pensamiento es egocéntrico y
aparece la simbolización.
2. Etapa Pre­esquemática (de 4 a 7 años)

En este período es importante que los niños exploren sus posibilidades comunicativas, de negociación, juego simbólico:representación de roles de su vida cotidia­na; experimenten con distintos materiales e instrumentos contribuyendo a la Creatividad, al ritmo y a la coordinación.
A los 5 años: Adquisiciones en motricidad, grafomotricidad, praxias, atención:
­ Motricidad espontánea: armónica, movimientos ajustados a la
acción y a los objetos.
­ Afirmación del equilibrio.
­ Integración de las nociones de arriba, abajo, adelante, atrás,
cerca, lejos en cuanto a la orientación del cuerpo en el espacio.
­ Evolución de la prensión (pinza digital­ trípode en evolución).
­ Dibuja seis o más partes de la figura humana.
­ Utiliza adecuadamente la tijera.
­ Se interesa por la  escritura, escribe su nombre, copia una frase sencilla.
­ Representaciones gráficas más elaboradas.
­ Se baña, se desviste y se viste solo sin dificultades.
­ Domina el uso del tenedor y cuchillo.
­ Hace nudos, moñas, comienza a atar cordones.
­ Puede andar en bicicleta (sin rueditas), monopatín.
­ Aumenta  su capacidad atencional y de escucha.
­ Su atención deja de estar dominada por un solo canal sensorial,  pudiendo continuar con lo que está haciendo, mientras escucha lo que alguien le dice (puede escuchar instrucciones sobre lo que está haciendo).
En  esta  etapa  es  cuando  se  observa  desde  la clínica,    un  aumento  significativo  de  consultas por  dificultades  relacionadas  con  la grafomotricidad:
 alteración en la prensión manual,
 inmadurez perceptivo­motriz,
 alteraciones en el proceso de lateralización,
 empobrecimiento y rechazo hacia actividades gráficas.
­
Cada  vez  menos,  hay  presencia  de  juegos  gráficos,  de construcción  y  de  habilidad  manual  en  el  tiempo  libre  de los niños.

En esta etapa una de las actividades centrales del niño es asistir a la escuela, a educación inicial.
­Es en este período donde se van construyendo modalidades de aprender maneras de acercarse al conocimiento, que se corresponden con maneras de relacionarse con el medio exterior y con los demás, tanto con pares como con adultos.
­Los niños de estas edades se relacionan y aprenden principalmente a través de su cuerpo en acción y en relación.
­Es cuando se construyen las bases para los grandes aprendizajes de la etapa escolar  y fundamentalmente para aprender con otros.
La grafo­motricidad
Tiene como objeto el análisis de los procesos que intervienen en la realización de las grafías, así como el modo en que estas pueden ser automatizadas y cuyo resultado respondan a los factores de: fluidez, armonía tónica, rapidez, legibilidad.

Conocimiento y apropiación de la escritura
­Escribir compromete a todo el cuerpo.
­Requiere de maduración de los aspectos neurológicos necesarios para el acto de escribir como gesto especializado.
­La/el psicomotricista aporta una mirada que comprende al niño en su expresión psico­motriz.
El niño es un ser psicomotor. Al menos, hasta los 6-­7años, expresa sus deseos y problemas, comunica, opera, conceptualiza y aprende mediante su expresividad motriz  

La expresividad motriz (B. Aucouturier) es un modo singular de cada persona para moverse, actuar, comunicarse,
relacionarse. Una manera particular de ser y estar en el mundo.
El modo que tiene cada uno para establecer su relación con el espacio, con los objetos, con las personas.
. . .

El acto de escribir implica:
­Control postural e inhibición de impulsos
­Coordinación afinada de los movimientos de manos y dedos
­Movimiento en  una dirección determinada
­Organización espacio­ temporal que requiere una regulación tónico­muscular. “Pero fundamentalmente es posible si el sujeto siente el deseo de comunicarse consigo mismo y con el otro, estando disponible para comprometerse afectivamente en una tarea cuyo aprendizaje es arduo y complejo.”(I. Henig)
­Coordinación viso­motriz ajustada, supone la concordancia entre el ojo (verificador de la actividad) y los miembros superiores ­mano (ejecutora)
­Capacidad de reproducir las formas en procesos secuenciales sin
alterarlas (integración de procesos perceptivos de reconocimiento y apropiación, y atención). Constancia de la forma – discriminación visual (de formas y tamaños).
­Memoria visual y auditiva, reconocer el espacio, orientarse, evaluar distancias, formas y prever los movimientos a realizar.
­Adecuado desarrollo del lenguaje oral, sistema fonológico que permita distinguir sonidos, asociar la imagen de la letra al sonido y a los gestos que se corresponden con su ejecución.
­Coordinación de la prensión del útil, trípode dinámico en pinza digital (pulgar­índice) con el apoyo inferior del dedo medio, situarlo a una distancia determinada del extremo, en posición oblicua, adecuada presión.
­Correcta posición del soporte, colocando el papel correctamente con relación al cuerpo (la base paralela a la línea del tronco).
­Coordinación entre prensión del lápiz y presión sobre el papel. Esto supone alcanzar el equilibrio de estas dos fuerzas contrapuestas que va a permitir el avance y el giro con fluidez, rapidez y precisión.
­Capacidad de fijar las coordenadas que definen el soporte (arriba­-abajo,adelante-­atrás, antes­-después, y posteriormente izquierda-­derecha) para establecer dirección de la escritura.
­Lateralidad, dominancia de la mano de escritura establecida y usar la no dominante para estabilizar el papel.
­Automatización del barrido y salto perceptivo­-motor (de izquierda a derecha y de arriba abajo) ya que la mirada y la mano han de desplazarse en función de la secuencia de ejecución de la escritura.
­Capacidad de codificar y decodificar simultáneamente señales visuales y auditivas, puesto que la escritura es un sistema de doble señal (auditiva y visual). Debe organizar lo que ve, lo que oye.
­Automatización de los giros y encadenamiento de las secuencias, la direccionalidad de la escritura establece un modo de ejecución basado en giros y trazos rectos, se necesita la automatización de tales movimientos y la capacidad de ligarlos para asociarlos en estructuras secuenciales diferenciadas (palabras).
­Independencia segmentaria, independencia de la mano con respecto del brazo y de los dedos. Control motor ajustado. Estabilidad de hombro y de muñeca.
­Madurez afectiva, estimulación y motivación.
­Adecuado equilibrio postural.
. . .

La importancia de encontrar modos de aprender
Para Alicia Fernández:
Las  transformaciones  sociales  nos  llevan  de  “el aprendizaje  de  la  cultura”  a  la  “cultura  del aprendizaje”
­Cambios tanto en lo que se aprende como en las formas en que se aprende.

­También  se  diversifican  los  contextos  de  aprendizaje  y
las metas a alcanzar. Aprender a aprender es una manifestación de salud en la que  está  implicada  la  resolución  del  conflicto
constituido por la tensión aprender/ desaprender (tensión  que se expresa con y en el cuerpo), y la capacidad creadora, expresada también a través de nuestra expresividad motriz.
La modalidad de aprendizaje marcará (Alicia Fernández):
­una  forma  particular  de  relacionarse,  buscar  y  construir
conocimientos, un posicionamiento del niño ante sí mismo como autor de su pensamiento, un modo de descubrir y construir lo nuevo, y de hacer propio lo ajeno.
Esta  modalidad  de  aprendizaje  está  entrelazada  con  una
“modalidad de aprendizaje familiar”, y ésta, a su vez, con las
modalidades de enseñanza no sólo de las familias de origen, sino también con las modalidades enseñantes imperantes en su cultura.
En la organización de la modalidad de aprendizaje participan:

El modo en que los enseñantes (principalmente los de los primeros grupos de pertenencia familiar y escolar) hayan conseguido  reconocer  al  niño  como  aprendiente  (con capacidad de pensar) y como enseñante.
El  ofrecimiento  de  un  espacio  saludable  donde  el preguntar sea valorizado y el elegir sea posible, (o por lo contrario,  la existencia de un espacio perturbado donde, por  exceso  o  por  carencia,  ninguna  de  esas  dos actividades sea posible)

Las  “experiencias  de  vivencia  de  satisfacción”  y/o  las
experiencias traumáticas en relación con el aprender. El reconocimiento de sí mismo como autor. El  ofrecimiento  o  el  cercenamiento  de  espacios  donde  el jugar sea posible.

La  facilitación  o  la  restricción  de  vínculos  solidarios  con pares.

El  modo  de  circulación  del  conocimiento  en  los  grupos  de
pertenencia (familia, escuela, contexto comunitario).
Un tipo de “relación con el saber”, que a su vez, se constituye a
partir de lo antes indicado.


Desarrollo y aprendizaje
Según Vygotski el aprendizaje es un factor de desarrollo.
Reconoce 2 niveles en el desarrollo:
1­  Niveles  de  desarrollo  actual:  equivale  al  nivel evolutivo real. Expresa situaciones en las que el niño puede resolver autónomamente, sólo.
2­  Nivel  de  desarrollo  potencial:  aflora  en  situaciones  de
interacción  con  otros,  donde  el  niño  resuelve  con  ayuda situaciones que solo no podría resolver.
Zona de desarrollo proximal,  espacio  de  encuentro interpersonal  que  permite  el  surgimiento  de  funciones  en
el proceso de maduración.

El niño de 6­-7 años:
En cuanto al pensamiento: hay mayor plasticidad, descentración e indicios de reversibilidad.

Desarrollo gnoso­práxico: motricidad gráfica: postura poco
tónica, torso se apoya en la mesa, cabeza muy inclinada, a veces se apoya en la mano. Cambia con frecuencia de postura.
Movimiento al escribir desmenuzado y roto porque escribe muy despacio, letra a letra mirando el modelo. El papel se mantiene
recto, brazo y antebrazo paralelos a la línea. La prensión del
lápiz en trípode. Etapa pre­caligráfica de la escritura. La orientación espacial en proceso, como ser la direccionalidad de
la escritura, algunas letras y números en espejo.

Motricidad: está en constante actividad. Corre, trepa, salta sin
miedo a caer. Desde los 5 años puede distender voluntariamente los músculos, aunque necesita y disfruta del movimiento puede dedicarse a una tarea específica, concentrarse y mantener cierta postura.

Praxias: se viste y desviste solo, ata cordones, utiliza adecuadamente la tijera, uso funcional de los cubiertos.
La estabilización de la lateralidad: se da entre los 6 y 7 años.

Autonomía: resuelve sencillas situaciones, utiliza organizadamente los materiales.

Tiempo y espacio: no vive tanto en el “aquí y ahora” como sucedía a los 5 años. El niño de 6 quiere capturar el tiempo pasado y escucha con notable interés los relatos de su propia infancia y de su familia.
El espacio sufre un proceso de expansión con respecto a lo que era un año atrás. Ahora, el niño se interesa no sólo en lugares
específicos, sino en relaciones entre la casa, el barrio, la comunidad, incluyendo la escuela.

Juego: según Piaget es la etapa del juego simbólico llegando a su fin. Aparecen los juegos reglados, colectivos. Necesitan espacio y tiempo para el desarrollo de las carreras, saltos, la mancha, la escondida. Disfrutan al hamacarse con velocidad, competir, pintar, modelar con barro. Planifican y organizan mejor el juego, inventan sus propias reglas, hacen trampas.


  • III­ Período de las operaciones concretas:
Transcurre entre los 7 y 11 años. Se intensifica el aprendizaje de la lectura, escritura, conceptos numéricos, el niño debe aprender a reconocer símbolos y darles significado. (Algunos de estos símbolos serán universales, como la letra o el número, y otros estarán restringidos a la cultura a la cual pertenecen) Serán capaces de utilizar la lógica para resolver  problemas,
auxiliándose, al principio, de materiales concretos. 
Son más flexibles en sus pensamientos. Integran el concepto de reversibilidad.
 3. Etapa esquemática (de 7 a 9 años)
 4. Los comienzos del Realismo (de 9 a 12 años))
. . .

hay modos para desarrollar la capacidad creadora y un desarrollo armónico, creativo y sensible, como en los: 
juegos espontáneamente creativos,
originales,singulares,sencillos,
disfrutables,compartidos,
artísticos
Los niños que experimentan, se divierten, exploran, preguntan, prueban, crean, se sensibilizan y expresan sus emociones y deseos sin censura, desarrollan bellamente su inteligencia, empatía, sensibilidad estética y capacidad creadora
sabemos que ciertas actividades resultan
empobrecidas, con escasa creatividad,
repetitivas, estereotipadas, pasivas,
sin originalidad, sin límites, sin sostén. O inapropiadas para la infancia.

Cuando dadas en exceso y en ausencia
de las otras (mencionadas y ejemplificadas anteriormente), serán un factor de riesgo para el desarrollo. Y por cierto atendibles tempranamente.


. . .
REFERENCIAS CONSULTADAS
 
Angulo, M., Giosa, B., y Henig, I.(1997) “Aprender a Aprender en el marco de la
Práctica Psicomotriz Educativa”, 2º Congreso Regional de Atención
Temprana y Psicomotricidad”, Montevideo.

Aucouturier, Bernard, y cols. (1985) “La práctica psicomotriz. Reeducación y
Terapia”, Ed. Centífico – Médica, Barcelona.

Fernández, A. (1987) "La inteligencia atrapada". Editorial Nueva Visión, Buenos Aires. 

Fernández, A. (2000) "Poner en juego el saber". Editorial Nueva Visión, Buenos Aires.

Henig, I. y Paolillo, G. (1997) “La práctica psicomotriz educativa”, 2º Congreso Regional de Atención Temprana y Psicomotricidad”, Montevideo.

Henig, I. y Paolillo, G.(2000) “Niveles de prevención en la escuela. El
psicomotricista presente en la institución”, 3º Congreso de Atención
Temprana y Psicomotricidad, Montevideo.

magela s.c.

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