“Juanito ciruja” A. Berni – 1978. |
crecer en la adversidad
En
Uruguay, principalmente desde los '90, pasando por la crisis del 2001
y 2002, hubo un aumento paulatino de la pobreza, no solo económica,
ya que fue afectando a la sociedad en sus aspectos culturales,
relacionales, educativos, reflexivos, analíticos, participativos;
nos referimos a la concepción de pobreza que plantea Max-Neef,
quien no habla de pobreza, sino de pobrezas. Cualquier necesidad
humana fundamental que no es adecuadamente satisfecha revela una
pobreza humana.
- La pobreza de Subsistencia (debido a ingreso, alimentación, vivienda, etc., insuficientes);
- De Protección (debido a sistemas de salud ineficientes, a la violencia, la carrera armamentista, etc.);
- De Entendimiento (debido a la ineficiente calidad de la educación); de Participación (debido a la marginación y discriminación);
- De Identidad (debido a la imposición de valores extraños, a culturas locales y regionales, emigración forzada, exilio político, etc.) y así sucesivamente.
Pero
las pobrezas, al decir de Max-Neef, no son solo pobrezas, cada pobreza
genera patologías.
Y
la reinterpretación de pobreza que realiza la Dra. Sirvent que ha
dado lugar al concepto de “múltiples pobrezas”(coincidente con
lo que plantea Max-Neef), no se agotan en el diagnóstico de las
carencias que hacen a la satisfacción de las necesidades
tradicionalmente llamadas básicas u obvias, tal como trabajo,
vivienda, salud, educación sino que abarca el estudio de una
compleja realidad de ‘pobrezas’ en relación con carencias en la
satisfacción de necesidades fundamentales, pero no tan obvias, como
la necesidad de protección o cuidado, la necesidad de pensamiento
reflexivo, de entendimiento y la necesidad de participación
política, conciencia cívica, empatía.
La
marginalidad, la exclusión social, las diversas situaciones
‘adversas’
que van de la mano con la pobreza, han cambiado un gran sector de la
sociedad marcando diferencias entre este sector y el hegemónico. Es
oportuno valorizar y hacer referencia a los aportes de la
antropología social, García Canclini (1986), muestra cómo estas
diferencias se expresan en prácticas sociales y sus significaciones
hacen aparecer a los niños de estos grupos como “otros”, por
evidenciar diferencias en las costumbres, formas organizativas y de
relación, y modos de pensar y expresar los afectos respecto de los
de la condición dominante.
Las
situaciones familiares, barriales, comunitarias, institucionales de
estos individuos, implican, también, una reflexión acerca del origen
y de los procesos que los han llevado a la situación que les toca
vivir.
Esta
realidad modifica sin duda el desarrollo de niños que nacen y crecen
en este entramado de condiciones, hechos y sucesos.
Desde
la Psicomotricidad:
La
mirada podría centrarse en el desarrollo psicomotor de estos niños
y los defasajes que desde allí emergen.
Entendemos
el desarrollo psicomotriz como: el “proceso continuo mediante el
cual el niño adquiere habilidades gradualmente mas complejas que le
permiten interactuar cada vez mas -y de modos más adecuados- con las
personas, los objetos y los sistemas de su medio ambiente, abarcando
las funciones de la inteligencia y la afectividad por medio de las
cuales el niño entiende y organiza su medio, se relaciona con los
demás, incluyendo la capacidad de entender y hablar su idioma, la de
movilizarse y manipular objetos, y el modo de sentir y expresar sus
emociones”. (Lucille Atkins y col. - 1987)
Constituye,
por lo tanto, un sostén desde el cual el niño podrá acceder al
sistema escolar y, de modo más amplio, a todos los procesos de
integración social. Este desarrollo tiene lugar en el contexto de
los vínculos e interacciones del niño con su familia y su entorno.
Se
han realizado varios trabajos de investigación acerca del tema en Uruguay, en los que se habla de la
pobreza como factor de riesgo, de gran incidencia en el desarrollo
psicomotor, lo que puede aumentar la probabilidad de diversas
repercusiones, como: dificultades de aprendizaje, fracaso escolar,
alteraciones del desarrollo, trastornos emocionales y del
comportamiento; así como también múltiples problemas desde un
orden mas afectivo – moral: autoestima baja, depresión,
agresividad, sentimiento de exclusión y fracaso en los distintos
grupos que integran y también en las instituciones, que tienen un
papel importante en la infancia y en las familias.
Todo
esto suena a obviedad, ya lo sabemos todos, pero más allá del
cumplimiento con el reconocimiento de esta situación y las políticas
sociales de restablecimiento del aspecto económico. Desde la
educación no pareciera abordarse el tema con seriedad ni
profundidad. La hostilidad y el bajo nivel generalizado se expresa en
todos los ámbitos y se podría decir que va en un proceso de
aumento, alimentado por resentimientos sociales, diferencias de
posibilidades y acceso a recursos, heridas morales difícilmente
reparables. Y por lo pronto en algunos casos vemos como se van
naturalizando e institucionalizando, ejemplo: los clasificadores
de basura. Cuando cada persona debiera clasificar su propia basura,
los contenedores debieran estar clasificados por los menos en cuatro
categorías y los clasificadores debieran cobrarnos
por llevarse nuestros desechos (como papel, cartón, vidrio,
plástico) ya que los desechamos porque consumimos productos
que generan la acumulación de este tipo de objetos que son tan
desechables y reciclables como contaminantes; y no comprarlos como
sucede en algunas situaciones. Así como este grupo de personas no
debiera, para hacer el trabajo de clasificar, tener que hurgar en la
basura de los demás, tocar con sus manos lo sucio, lo descompuesto;
ni tampoco comer de los restos de los demás
sino trabajar en locales clasificadores acondicionados para dicha
tarea y dignamente pagos. Pero
este es otro tema, no para este informe.
Desde una perspectiva de salud mental y del desarrollo, consideramos que el abordaje a
estos niños debe partir desde la prevención y promoción en salud,
y ser realizado por un equipo interdisciplinario de trabajo para que,
en la medida de lo posible, no lleguen a vivenciar
adversidades - desarrolladas a posteriori - o algunas de
ellas, para que no tengan que resistir a las mismas a un costo muy
alto.
La
adversidad, más tarde, en general trasciende irreversiblemente
alcanzando por ejemplo, el fracaso al llegar a la escuela, y/o el
fracaso en la inserción laboral en la adultez transformando al
individuo, con suerte, en la mano de obra barata del país,
deambulando entre el desempleo y la sub-ocupación. Así como también
problemas de salud mental y física, daño moral, foco de hostilidad.
Cierto
es que no nos podemos limitar a la pobreza y sus divergencias cuando
hablamos del desarrollo; ya que en el mismo intervienen numerosos
factores.
algunos enfoques
Desde
un enfoque psicoanalítico, Freud
(1916-17), plantea un
primer conjunto de factores de orden genético y constitucional. A
éstos se suman, en segundo término, las experiencias vividas
tempranamente, que representan las sucesivas situaciones que dejan su
impronta en la organización psíquica del niño, determinando
conjuntamente con los factores constitucionales, su estructuración
mental y sus zonas de mayor vulnerabilidad de la cual dependerá la
predisposición individual a enfermar.
Los
trastornos aparecen en un tercer momento, cuando a esta
predisposición latente se suman circunstancias vitales que
sobrepasan la resistencia del individuo, ya sea por su intensidad
traumática o por actuar sobre las zonas vulnerables del psiquismo,
reforzando de esa manera el papel patógeno de las experiencias
tempranas.1
Varios
autores coinciden en considerar los criterios con que se evalúa lo
sano y lo enfermo como producto de una estructura social, de su
momento histórico, en íntima relación con sus concepciones de
hombre, sociedad y vida, que a su vez están determinados por
factores económicos, políticos y culturales, pero también depende
de la dinámica de las instituciones asistenciales y formativas y su
nivel de conocimiento teórico-técnico acumulado.
Desde
lo intersubjetivo, el ser humano establece relaciones con su entorno
(ésta es la mayor riqueza del entorno humano: ser un entorno
“vincular-social”), el individuo está inmerso en un “entretejido
de relaciones sociales”, dentro del cual, Pichon-
Riviere,
define un tipo particular de intercambios: los vínculos. Los
entiende como “la manera particular en que un sujeto se conecta o
relaciona con el otro o los otros creando una estructura que es
particular para cada caso y para cada momento”.2
“Estructura compleja, que incluye al sujeto, al objeto
y su
mutua interrelación con procesos de comunicación y aprendizaje”.3
En
este marco, en los primeros años de vida el proceso interactivo se
da entre madre-hijo. Winnicott
(1958) habla de la
importancia del sostén de la madre, este es a la vez físico y
emocional. La madre actúa como continente (Bion,
1963) de los estados
emocionales del niño, permitiendo que las experiencias vividas
puedan transformarse en elementos aptos para ser incluidos en los
procesos de pensamiento y no solo en vivencias dolorosas o masivas a
las que el niño intenta expulsar de sí al no poder metabolizarlas
mentalmente.
A
su vez, para que la madre pueda ofrecer sostén, necesita ella misma
de un mínimo de estabilidad interna y el apoyo de las figuras
actuales que la rodean, así como de las figuras internas que hacen
parte de su historia (provenientes del modo en que interiorizó las
experiencias vividas en su infancia). Ambos factores pueden
determinar dificultades específicas ante determinadas
circunstancias, que podrán hacer eclosión en distintos momentos del
desarrollo.4
Las
experiencias de interacción madre-bebe con una madre que no se
relaciona adecuadamente, por ejemplo, por estar sufriendo una
depresión puede afectar el desarrollo del niño desde etapas muy
tempranas. Se ha visto que cuando la madre no responde por estar
replegada en sus sentimientos depresivos, el niño puede responder en
forma exagerada buscando reanimar a la madre o caer también él en
la depresión y abandonar los intentos (Stern,
1994).
Se
ha hablado también, de la interrelación entre los factores
genéticos y los factores ambientales (Emde,
1988; Rutter, 1994)
Los
factores genéticos determinan en cierta medida el ambiente en que la
persona vive, es decir, que llevan dentro de ciertos límites a una
cierta “elección” del ambiente (Rutter, 1994). Pero al mismo
tiempo es posible encontrar la relación inversa: los factores
ambientales pueden llevar a que ciertos genes entren en acción o
dejen de operar (Emde, 1988). También se sabe que la influencia
genética en este campo es limitada, en el caso de los factores
psico-sociales del 10 al 50% de la varianza puede ser explicada
genéticamente (Rutter, 1994).5
Fueron
mencionados solamente algunos de los aspectos que intervienen en el
desarrollo integral del niño, desde algunos enfoques.
“La familia del peón” Antonio Berni – 1975. |
¿Qué
se entiende por adversidad, por lo menos en este encuadre?
La
adversidad,
por un lado alude a la calidad de adverso; suerte adversa,
infortunio; situación desgraciada en que se encuentra una persona.6
Por otro, etimológicamente, deriva del francés envers,
revés y éste del latín inversus,
invertido.7
Encierra
dos ideas, la de infortunio y desgracia, y también de algo dado
vuelta, algo que está del revés.
Por
tanto, referido a las personas que en estas condiciones se
encuentran, se podría decir que situaciones adversas son aquellas
que provocan infortunio y desgracia a quienes la viven. “Es
decir, alude al tipo de impacto o resonancia afectivo-moral en las
personas afectadas por esta situación. Tomando la otra vertiente,
algo que aparece al revés, que está invertido”8.
Esto hace suponer que hay un modo, una manera, una forma -que sería
la adecuada, la normal, la esperable- que ha sido cambiada,
invertida.
Uniendo
ambas ideas, las situaciones adversas serían aquellas que se
caracterizan por ser al revés de lo necesario, de lo esperable y
que, por esto, provocan algún tipo de infortunio o desgracia a
quienes incluyen o son afectados por ellas.
Sin
embargo, cabe aquí la aclaración, los
factores que conforman una situación humana y social no operan
directamente, sino que son mediados, en cierto sentido, por las
interpretaciones de los sujetos involucrados. Son las personas que
están comprendidas en una situación determinada las que les otorgan
un sentido, una significación y una especial importancia a los
elementos que componen dicha situación, así como a la totalidad que
conforman.
pobreza
como adversidad:
A
comienzos de los años sesenta, cuando el problema de la pobreza en
el Tercer Mundo comenzó a preocupar y a ser tratado con frecuencia
por parte de los estudiosos e investigadores, según Girux,
se inició el término marginal para designar a la población que
vivía en condiciones miserables (adversas) de vida en la periferia
de las ciudades. Los cantegriles en el Uruguay, las villas miserias
en Argentina, las favelas en Brasil, y los barrios miserables de cada
país definían las zonas en las que se focalizaba la pobreza urbana.
“La marginalidad
designaba, ante todo, una localización geográfica: la ubicación en
los márgenes o las afueras de la ciudad.”(Girux)
adversidades
en Uruguay
En
las décadas de los '80 y '90 han emergido movimientos migratorios
caracterizados por un desplazamiento de la población hacia las zonas
periféricas de la ciudad, como consecuencia de su empobrecimiento.
Se
destaca entonces, al decir de Girux,
un proceso de diferenciación y segregación marcada entre zonas
urbanas con infraestructuras bien desarrolladas y servicios de buena
calidad y zonas periféricas con grandes necesidades insatisfechas,
donde habita la población con menor poder adquisitivo.
“El
estudio realizado por el CLAEH (Centro Latinoamericano de Economía
Humana) y UNICEF en 1987, aporta una perspectiva específica de la
pobreza en el Uruguay poniendo de manifiesto la manera en que los
factores de riesgo se concentran en la condición de pobreza y
afectan el desarrollo del niño y su futuro educacional.
A
partir de una muestra nacional de 1200 niños menores de 5 años que
vivían en condiciones de pobreza, se observó que en el grupo de 0 a
3 años, el 28,2% presentaba déficit en su desarrollo psicomotor
(22,4% en riesgo y 3,8% en retraso). En el caso de los niños
pertenecientes al área metropolitana de Montevideo, se detectó que
un 33% de los menores evaluados presentaban alteraciones en esa área.
La
mayoría de los trabajos plantean que gran parte de los problemas del
desarrollo (trastornos cognitivos, conductuales, funcionales, fracaso
escolar, etc.) son mas frecuentes y acentuados en situación de
carencia económica.”9
El
estudio realizado por el grupo Interdisciplinario de Estudios
Psicosociales (GIEP), de la Facultad de Medicina, permitió
establecer que las familias pobres con hijos entre 2 y 5 años se
encuentran en un mayor aislamiento social y tienen menos
disponibilidad de redes de soporte material, emocional e
informacional, no percibiendo en las relaciones sociales una fuente
importante de gratificación o valorización.
Juanito dormido, 1973. |
A
ello se agrega que en sus viviendas predomina la falta de aseo y
orden, que poseen un peor “clima familiar” (mayor tendencia a
emplear estilos inadecuados o violentos de comunicación), que entre
sus integrantes son muy frecuentes el fatalismo, la desesperanza, la
frustración, y que las prácticas de crianza se sostienen sobre
creencias machistas que discriminan ambos sexos. La interacción de
algunos de estos fenómenos en el marco de grandes carencias
económicas, se asocian, entre otros aspectos, con una interferencia
en las posibilidades de acceder a procesos de simbolización y
pensamiento abstracto. Estas dificultades estarán precisamente en la
base de los problemas de aprendizaje y socialización observados en
esta población.
Ha
habido otras investigaciones acerca de este tema como: CEPAL en 1994,
con estudiantes de secundaria (“Los bachilleres uruguayos: Quiénes
son, qué aprendieron y qué opinan”); MECAEP- ANEP en 1998, con
niños de educación inicial (“Estudio del lenguaje en los niños
de 4 años en Uruguay”); Facultad de Ciencias Sociales en el 2000,
con escolares de primer año (“Resultados académicos de los
alumnos de primer año de escuelas públicas de Montevideo y
características socioeconómicas de los hogares”); MECAEP- ANEP en
convenio con Facultad de Psicología en el 2002, con escolares de
segundo año (“Los niveles de desempeño al inicio de la educación
primaria”). Todas ellas son coincidentes en señalar la correlación
entre los problemas de aprendizaje constatados y las situaciones más
críticas de pobreza. Entre ellos, el llamado “fracaso escolar”.
. . .
magela s.c.
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