jueves, 24 de mayo de 2012

Adversidad y desarrollo I. pobreza


Juanito ciruja” A. Berni – 1978.

crecer en la adversidad

En Uruguay, principalmente desde los '90, pasando por la crisis del 2001 y 2002, hubo un aumento paulatino de la pobreza, no solo económica, ya que fue afectando a la sociedad en sus aspectos culturales, relacionales, educativos, reflexivos, analíticos, participativos; nos referimos a la concepción de pobreza que plantea Max-Neef, quien no habla de pobreza, sino de pobrezas. Cualquier necesidad humana fundamental que no es adecuadamente satisfecha revela una pobreza humana.
  • La pobreza de Subsistencia (debido a ingreso, alimentación, vivienda, etc., insuficientes);
  • De Protección (debido a sistemas de salud ineficientes, a la violencia, la carrera armamentista, etc.);
  • De Entendimiento (debido a la ineficiente calidad de la educación); de Participación (debido a la marginación y discriminación);
  • De Identidad (debido a la imposición de valores extraños, a culturas locales y regionales, emigración forzada, exilio político, etc.) y así sucesivamente.
Pero las pobrezas, al decir de Max-Neef, no son solo pobrezas, cada pobreza genera patologías.
Y la reinterpretación de pobreza que realiza la Dra. Sirvent que ha dado lugar al concepto de “múltiples pobrezas”(coincidente con lo que plantea Max-Neef), no se agotan en el diagnóstico de las carencias que hacen a la satisfacción de las necesidades tradicionalmente llamadas básicas u obvias, tal como trabajo, vivienda, salud, educación sino que abarca el estudio de una compleja realidad de ‘pobrezas’ en relación con carencias en la satisfacción de necesidades fundamentales, pero no tan obvias, como la necesidad de protección o cuidado, la necesidad de pensamiento reflexivo, de entendimiento y la necesidad de participación política, conciencia cívica, empatía.

La marginalidad, la exclusión social, las diversas situaciones ‘adversas’ que van de la mano con la pobreza, han cambiado un gran sector de la sociedad marcando diferencias entre este sector y el hegemónico. Es oportuno valorizar y hacer referencia a los aportes de la antropología social, García Canclini (1986), muestra cómo estas diferencias se expresan en prácticas sociales y sus significaciones hacen aparecer a los niños de estos grupos como “otros”, por evidenciar diferencias en las costumbres, formas organizativas y de relación, y modos de pensar y expresar los afectos respecto de los de la condición dominante.

Las situaciones familiares, barriales, comunitarias, institucionales de estos individuos, implican, también, una reflexión acerca del origen y de los procesos que los han llevado a la situación que les toca vivir.

Esta realidad modifica sin duda el desarrollo de niños que nacen y crecen en este entramado de condiciones, hechos y sucesos.

Desde la Psicomotricidad: 
 
La mirada podría centrarse en el desarrollo psicomotor de estos niños y los defasajes que desde allí emergen. 
 
Entendemos el desarrollo psicomotriz como: el “proceso continuo mediante el cual el niño adquiere habilidades gradualmente mas complejas que le permiten interactuar cada vez mas -y de modos más adecuados- con las personas, los objetos y los sistemas de su medio ambiente, abarcando las funciones de la inteligencia y la afectividad por medio de las cuales el niño entiende y organiza su medio, se relaciona con los demás, incluyendo la capacidad de entender y hablar su idioma, la de movilizarse y manipular objetos, y el modo de sentir y expresar sus emociones”. (Lucille Atkins y col. - 1987)

Constituye, por lo tanto, un sostén desde el cual el niño podrá acceder al sistema escolar y, de modo más amplio, a todos los procesos de integración social. Este desarrollo tiene lugar en el contexto de los vínculos e interacciones del niño con su familia y su entorno.

Se han realizado varios trabajos de investigación acerca del tema en Uruguay, en los que se habla de la pobreza como factor de riesgo, de gran incidencia en el desarrollo psicomotor, lo que puede aumentar la probabilidad de diversas repercusiones, como: dificultades de aprendizaje, fracaso escolar, alteraciones del desarrollo, trastornos emocionales y del comportamiento; así como también múltiples problemas desde un orden mas afectivo – moral: autoestima baja, depresión, agresividad, sentimiento de exclusión y fracaso en los distintos grupos que integran y también en las instituciones, que tienen un papel importante en la infancia y en las familias.
Todo esto suena a obviedad, ya lo sabemos todos, pero más allá del cumplimiento con el reconocimiento de esta situación y las políticas sociales de restablecimiento del aspecto económico. Desde la educación no pareciera abordarse el tema con seriedad ni profundidad. La hostilidad y el bajo nivel generalizado se expresa en todos los ámbitos y se podría decir que va en un proceso de aumento, alimentado por resentimientos sociales, diferencias de posibilidades y acceso a recursos, heridas morales difícilmente reparables. Y por lo pronto en algunos casos vemos como se van naturalizando e institucionalizando, ejemplo: los clasificadores de basura. Cuando cada persona debiera clasificar su propia basura, los contenedores debieran estar clasificados por los menos en cuatro categorías y los clasificadores debieran cobrarnos por llevarse nuestros desechos (como papel, cartón, vidrio, plástico) ya que los desechamos porque consumimos productos que generan la acumulación de este tipo de objetos que son tan desechables y reciclables como contaminantes; y no comprarlos como sucede en algunas situaciones. Así como este grupo de personas no debiera, para hacer el trabajo de clasificar, tener que hurgar en la basura de los demás, tocar con sus manos lo sucio, lo descompuesto; ni tampoco comer de los restos de los demás sino trabajar en locales clasificadores acondicionados para dicha tarea y dignamente pagos. Pero este es otro tema, no para este informe.

Desde una perspectiva de salud mental y del desarrollo, consideramos que el abordaje a estos niños debe partir desde la prevención y promoción en salud, y ser realizado por un equipo interdisciplinario de trabajo para que, en la medida de lo posible, no lleguen a vivenciar adversidades - desarrolladas a posteriori - o algunas de ellas, para que no tengan que resistir a las mismas a un costo muy alto.
La adversidad, más tarde, en general trasciende irreversiblemente alcanzando por ejemplo, el fracaso al llegar a la escuela, y/o el fracaso en la inserción laboral en la adultez transformando al individuo, con suerte, en la mano de obra barata del país, deambulando entre el desempleo y la sub-ocupación. Así como también problemas de salud mental y física, daño moral, foco de hostilidad.

Cierto es que no nos podemos limitar a la pobreza y sus divergencias cuando hablamos del desarrollo; ya que en el mismo intervienen numerosos factores.


algunos enfoques

Desde un enfoque psicoanalítico, Freud (1916-17), plantea un primer conjunto de factores de orden genético y constitucional. A éstos se suman, en segundo término, las experiencias vividas tempranamente, que representan las sucesivas situaciones que dejan su impronta en la organización psíquica del niño, determinando conjuntamente con los factores constitucionales, su estructuración mental y sus zonas de mayor vulnerabilidad de la cual dependerá la predisposición individual a enfermar.

Los trastornos aparecen en un tercer momento, cuando a esta predisposición latente se suman circunstancias vitales que sobrepasan la resistencia del individuo, ya sea por su intensidad traumática o por actuar sobre las zonas vulnerables del psiquismo, reforzando de esa manera el papel patógeno de las experiencias tempranas.1

Varios autores coinciden en considerar los criterios con que se evalúa lo sano y lo enfermo como producto de una estructura social, de su momento histórico, en íntima relación con sus concepciones de hombre, sociedad y vida, que a su vez están determinados por factores económicos, políticos y culturales, pero también depende de la dinámica de las instituciones asistenciales y formativas y su nivel de conocimiento teórico-técnico acumulado.
Desde lo intersubjetivo, el ser humano establece relaciones con su entorno (ésta es la mayor riqueza del entorno humano: ser un entorno “vincular-social”), el individuo está inmerso en un “entretejido de relaciones sociales”, dentro del cual, Pichon- Riviere, define un tipo particular de intercambios: los vínculos. Los entiende como “la manera particular en que un sujeto se conecta o relaciona con el otro o los otros creando una estructura que es particular para cada caso y para cada momento”.2 “Estructura compleja, que incluye al sujeto, al objeto y su mutua interrelación con procesos de comunicación y aprendizaje”.3
En este marco, en los primeros años de vida el proceso interactivo se da entre madre-hijo. Winnicott (1958) habla de la importancia del sostén de la madre, este es a la vez físico y emocional. La madre actúa como continente (Bion, 1963) de los estados emocionales del niño, permitiendo que las experiencias vividas puedan transformarse en elementos aptos para ser incluidos en los procesos de pensamiento y no solo en vivencias dolorosas o masivas a las que el niño intenta expulsar de sí al no poder metabolizarlas mentalmente.
A su vez, para que la madre pueda ofrecer sostén, necesita ella misma de un mínimo de estabilidad interna y el apoyo de las figuras actuales que la rodean, así como de las figuras internas que hacen parte de su historia (provenientes del modo en que interiorizó las experiencias vividas en su infancia). Ambos factores pueden determinar dificultades específicas ante determinadas circunstancias, que podrán hacer eclosión en distintos momentos del desarrollo.4

Las experiencias de interacción madre-bebe con una madre que no se relaciona adecuadamente, por ejemplo, por estar sufriendo una depresión puede afectar el desarrollo del niño desde etapas muy tempranas. Se ha visto que cuando la madre no responde por estar replegada en sus sentimientos depresivos, el niño puede responder en forma exagerada buscando reanimar a la madre o caer también él en la depresión y abandonar los intentos (Stern, 1994).
Se ha hablado también, de la interrelación entre los factores genéticos y los factores ambientales (Emde, 1988; Rutter, 1994)
Los factores genéticos determinan en cierta medida el ambiente en que la persona vive, es decir, que llevan dentro de ciertos límites a una cierta “elección” del ambiente (Rutter, 1994). Pero al mismo tiempo es posible encontrar la relación inversa: los factores ambientales pueden llevar a que ciertos genes entren en acción o dejen de operar (Emde, 1988). También se sabe que la influencia genética en este campo es limitada, en el caso de los factores psico-sociales del 10 al 50% de la varianza puede ser explicada genéticamente (Rutter, 1994).5
Fueron mencionados solamente algunos de los aspectos que intervienen en el desarrollo integral del niño, desde algunos enfoques.
“La familia del peón” Antonio Berni – 1975.

¿Qué se entiende por adversidad, por lo menos en este encuadre?

La adversidad, por un lado alude a la calidad de adverso; suerte adversa, infortunio; situación desgraciada en que se encuentra una persona.6 Por otro, etimológicamente, deriva del francés envers, revés y éste del latín inversus, invertido.7
Encierra dos ideas, la de infortunio y desgracia, y también de algo dado vuelta, algo que está del revés.
Por tanto, referido a las personas que en estas condiciones se encuentran, se podría decir que situaciones adversas son aquellas que provocan infortunio y desgracia a quienes la viven. “Es decir, alude al tipo de impacto o resonancia afectivo-moral en las personas afectadas por esta situación. Tomando la otra vertiente, algo que aparece al revés, que está invertido”8. Esto hace suponer que hay un modo, una manera, una forma -que sería la adecuada, la normal, la esperable- que ha sido cambiada, invertida.
Uniendo ambas ideas, las situaciones adversas serían aquellas que se caracterizan por ser al revés de lo necesario, de lo esperable y que, por esto, provocan algún tipo de infortunio o desgracia a quienes incluyen o son afectados por ellas.

Sin embargo, cabe aquí la aclaración, los factores que conforman una situación humana y social no operan directamente, sino que son mediados, en cierto sentido, por las interpretaciones de los sujetos involucrados. Son las personas que están comprendidas en una situación determinada las que les otorgan un sentido, una significación y una especial importancia a los elementos que componen dicha situación, así como a la totalidad que conforman.


pobreza como adversidad:
A comienzos de los años sesenta, cuando el problema de la pobreza en el Tercer Mundo comenzó a preocupar y a ser tratado con frecuencia por parte de los estudiosos e investigadores, según Girux, se inició el término marginal para designar a la población que vivía en condiciones miserables (adversas) de vida en la periferia de las ciudades. Los cantegriles en el Uruguay, las villas miserias en Argentina, las favelas en Brasil, y los barrios miserables de cada país definían las zonas en las que se focalizaba la pobreza urbana. “La marginalidad designaba, ante todo, una localización geográfica: la ubicación en los márgenes o las afueras de la ciudad.”(Girux)

adversidades en Uruguay
En las décadas de los '80 y '90 han emergido movimientos migratorios caracterizados por un desplazamiento de la población hacia las zonas periféricas de la ciudad, como consecuencia de su empobrecimiento.
Se destaca entonces, al decir de Girux, un proceso de diferenciación y segregación marcada entre zonas urbanas con infraestructuras bien desarrolladas y servicios de buena calidad y zonas periféricas con grandes necesidades insatisfechas, donde habita la población con menor poder adquisitivo.
“El estudio realizado por el CLAEH (Centro Latinoamericano de Economía Humana) y UNICEF en 1987, aporta una perspectiva específica de la pobreza en el Uruguay poniendo de manifiesto la manera en que los factores de riesgo se concentran en la condición de pobreza y afectan el desarrollo del niño y su futuro educacional.
A partir de una muestra nacional de 1200 niños menores de 5 años que vivían en condiciones de pobreza, se observó que en el grupo de 0 a 3 años, el 28,2% presentaba déficit en su desarrollo psicomotor (22,4% en riesgo y 3,8% en retraso). En el caso de los niños pertenecientes al área metropolitana de Montevideo, se detectó que un 33% de los menores evaluados presentaban alteraciones en esa área.
La mayoría de los trabajos plantean que gran parte de los problemas del desarrollo (trastornos cognitivos, conductuales, funcionales, fracaso escolar, etc.) son mas frecuentes y acentuados en situación de carencia económica.”9

El estudio realizado por el grupo Interdisciplinario de Estudios Psicosociales (GIEP), de la Facultad de Medicina, permitió establecer que las familias pobres con hijos entre 2 y 5 años se encuentran en un mayor aislamiento social y tienen menos disponibilidad de redes de soporte material, emocional e informacional, no percibiendo en las relaciones sociales una fuente importante de gratificación o valorización.
Juanito dormido, 1973.
A ello se agrega que en sus viviendas predomina la falta de aseo y orden, que poseen un peor “clima familiar” (mayor tendencia a emplear estilos inadecuados o violentos de comunicación), que entre sus integrantes son muy frecuentes el fatalismo, la desesperanza, la frustración, y que las prácticas de crianza se sostienen sobre creencias machistas que discriminan ambos sexos. La interacción de algunos de estos fenómenos en el marco de grandes carencias económicas, se asocian, entre otros aspectos, con una interferencia en las posibilidades de acceder a procesos de simbolización y pensamiento abstracto. Estas dificultades estarán precisamente en la base de los problemas de aprendizaje y socialización observados en esta población.
 

Ha habido otras investigaciones acerca de este tema como: CEPAL en 1994, con estudiantes de secundaria (“Los bachilleres uruguayos: Quiénes son, qué aprendieron y qué opinan”); MECAEP- ANEP en 1998, con niños de educación inicial (“Estudio del lenguaje en los niños de 4 años en Uruguay”); Facultad de Ciencias Sociales en el 2000, con escolares de primer año (“Resultados académicos de los alumnos de primer año de escuelas públicas de Montevideo y características socioeconómicas de los hogares”); MECAEP- ANEP en convenio con Facultad de Psicología en el 2002, con escolares de segundo año (“Los niveles de desempeño al inicio de la educación primaria”). Todas ellas son coincidentes en señalar la correlación entre los problemas de aprendizaje constatados y las situaciones más críticas de pobreza. Entre ellos, el llamado “fracaso escolar”.
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magela s.c.

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